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FANZINEROSOS

En diciembre de 2023 se publicó el número 1 del fanzin de Lizarra/Estella. Colaboré con una historia basada en hechos reales sobre la matanza de los trabajadores del circo Anastasini en Lodosa y sobre el Casino de Andosilla. Un año después, en el número 2 continué con la historia, esta vez sobre la mujer de uno de los asesinados en la Guerra Civil Española.

Aquí os dejo la primera parte.


LOS VIGILANTES DEL CASINO I

      por Ana Cárcar

 

—¿Con quién viene tu nieto esta vez?

—¿No has oído? Vienen preguntando por los del circo de Lodosa.

—Vaya historia. Por fin alguien se interesa por esa pobre gente.

—Mira que matar a las familias enteras, con sus niños pequeños.

—Y lo que hicieron con nosotros ¿qué? ¿Te parece poco?

—Todo cuenta, pero calla. Que quiero escuchar lo que dicen.

—¡Otra vez! Si tu nieto siempre cuenta lo mismo. Aunque bueno…, tiene mucho que contar y mejor que se sepa.

—Qué calles, canso.

*****

—Este casino se inauguró en 1922, y claro, más moderno y más grande que el casino de los ricos, que decíamos, pues les sentó bastante mal. Por eso en el 36, una de las primeras hazañas de los falangistas fue arrebatárselo. ¡A ellos! ¡Que lo habían construido con sus propias manos! Y encima lo utilizaron de cárcel, porque un abuelo mío estuvo aquí encarcelado —explicó Ángel[1].

—¿Y los del circo de Lodosa? ¿También estuvieron aquí? —preguntó Irene.

—No. Estuvieron en el cuartel de la Guardia Civil, que ya no existe. Pero una parte de los trabajadores, la otra parte los detuvieron en Lodosa y los asesinaron en Mendavia.

—¿Y los de aquí?

—A los de aquí se los llevaron a Larraga y los mataron allí. En total se cree que asesinaron a unas cuarenta personas.

—¡Ah, sí! Que Mari José[2] nos ha hablado del parque que han hecho en memoria suya.

—De hecho, de aquí nos vamos a Larraga, a que lo vean —añadió Mari José.

—No sé si sabéis, pero cuando abrieron las fosas encontraron calaveras pequeñitas. Por lo visto mataron también a las mujeres y a los niños —dijo Alba, que acompañaba a Ángel en la visita. ¡Pero habéis venido desde Mallorca para conocer esta historia! ¿Por qué?

—Es que somos artistas de circo. Estábamos investigando hechos trágicos para hacer una representación, más bien un homenaje, y cuando encontramos la historia del circo de Lodosa en internet, nuestra investigación dio un vuelco. Y aquí estamos —contestó Chispi.

—¡Qué interesante! Pues ya nos iréis contando.

—Ángel, nos hablabas de que tu abuelo estuvo encarcelado aquí ¿Qué le pasó? —retomó el tema Irene.

—Sí. Mi abuelo, que se llamaba Esteban, estuvo encarcelado dos días en esta misma cueva y, después, lo ataron con su cuñado Gregorio y los llevaron a asesinar a Allo. Mi abuelo no se dejaba atar, y el que les ató le dijo: «joder, Esteban, que no te pongas así, que total es un mero trámite, que vamos a ir a Estella y va a costar poco; más es el ir y venir que lo que vamos a hacer allí». Lo sacaron a las 4 de la madrugada, era el 4 de septiembre. Los mataron a la entrada de Allo, los llevaron al cementerio y los tiraron por la tapia. Eran ocho, y enterraron en una fosa a siete, porque uno se quedó herido y se escapó. Entró en una cabaña de pastores y lo descubrió el pastor que estaba dentro. Le pidió agua y le enseño las heridas. Y el pastor, ese, dijo: «no te preocupes que yo voy a pedir ayuda». Y vino con la Guardia Civil y lo remataron allí mismo. Entonces, lo enterraron en el campo. Es el único de Andosilla que no se ha encontrado. El dueño de la finca, le dijo al hijo: cuando labréis esto no toquéis…

*****

—¡No vas a saludar a tu nieto!

—Sí, pero calla, que quiero saber más sobre estos chicos.

*****

Las luces de la cueva comenzaron a parpadear. La cara de Ángel se iluminó.

—¡Mira! Este es mi abuelo que me saluda. Pues eso, que con los años todo ha cambiado y ha sido imposible recuperarlo. Y mi abuela se quedó viuda con cinco hijos.

La cueva con sus luces estratégicamente colocadas, iluminando las fotografías de los años veinte, con esos obreros-campesinos dejándose las manos en la construcción. Fotos del casino en ruinas, tal como lo quisieron ver los asesinos, y por fin, fotos del año 2006, con la inauguración del nuevo centro cívico. Y Ángel hablando con ternura de su abuelo. A Irene se le humedecieron los ojos:

—¿Cómo lo hizo tu abuela para dar de comer a cinco hijos?

—Mi abuelo, además de ser obrero-campesino, tenía un negocio de transporte. Con un carro y una yegua, iba de Andosilla a Calahorra a traer los bultos que venían en los trenes de mercancías, para las tiendas de Andosilla y de San Adrián, las traía aquí y las repartía. Y ya después, mi abuela iba con el hijo más pequeño, lo llevaba en el carro, abrigado, porque claro, no tenía a nadie, sus hermanos estaban inmersos en el miedo y en el hambre; los que quedaban, porque habían matado a dos y al cuñado que os he dicho antes. Además, su madre estaba enferma, la tenía que cuidar, y muchas veces tenía que llevar a uno de los hijos más pequeños con ella. La gente le daba una bolsa de azúcar si se había roto un saco, o manzanas que ya no se podían vender. Y mi abuela lo compartía también con sus hermanos. Lo que no sé es cómo no se cargaron a mi abuela, porque antes de salir a trabajar con la yegua a Calahorra, tenía que ir a pedir un salvoconducto a la Guardia Civil. Cuando entraba allí, pues para ellos era una gozada ver a la típica viuda sometida, que mi abuela, no era tan fácil de someter. Y llegaba y decían: «¡qué tienes que decir!». «No tengo que decir más qué, que me des el salvoconducto» Y le contestaban: «no. Tienes que levantar la mano y decir: “¡Viva España y viva Franco!” Y mi abuela: «me cagüen la puta, el salvoconducto, que no me hace falta otra cosa». Y se reían y le dejaban ir. No sé por qué no mataron a mi abuela.

Irene no pudo retener la lágrima que empecinada se deslizaba por su mejilla.

—¿Sabes por qué lo hicieron?

—Los mataron porque tenían cierto poder de liderazgo, que a ellos no les venía bien. Revindicaban trabajar por un salario, y con unos derechos. Porque les decían: toma esto para que coma tu familia y mañana vienes a trabajar otra vez, si te llamo, o si me apetece. Encima, mi abuelo no dependía al 100% del trabajo de otro, porque ya tenía un negocio. Entonces podía decir: hoy no me llaman, pero sigo con mi trabajo. Querían gente sometida en todos los sentidos.

*****

—Da gusto escuchar cómo cuenta los hechos tu nieto.

—La chica se ha emocionado. Qué pena que ya se van.

—Sí. Y aquí nos quedamos nosotros. Seguiremos cuidando de nuestro casino.


[1] Ángel Oses es el presidente de la junta de la Asociación de Memoria Histórica de Andosilla.

 

[2] La historiadora María José Sagasti lleva años investigando lo sucedido en Lodosa con el circo Anastasini.

 
 
 

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